Acta 01-12-12


Clase XVI.

Continuando con la temática de la última reunión, leemos en Lacan dos afirmaciones para resaltar en relación a la obra de arte con fin sublimatrio.
Por un lado, ese valor comercial que se le otorga a ésta es el valor de goce “que sólo se instituye por su evacuación del campo del Otro como lugar de la palabra”. Y por otro lado, se puede pensar al objeto a como equivalente de ese goce, es decir en tanto “valor de goce”.

Lacan nos transmite en esta clase, la siguiente fórmula: un conjunto de significantes S representa el sujeto para otro significante que llamaremos Otro. Es decir, un S1 es un conjunto de significantes que representa al sujeto para un S2 que es el Otro.
Hace incapié en el lugar del  objeto a “El se encuentra en un lugar que designamos con el término de éxtimo, conjugando lo íntimo con la radical exterioridad. Debe saberse que en la medida en que el objeto a es éxtimo, y exclusivamente en la relación que se instaura a partir de la institución del sujeto como efecto del significante, determina por sí mismo en el campo del Otro una estructura de borde.”
El objeto a en la clínica no sólo se verifica como equivalente al goce, sino también como “captura de goce” y el ejemplo más claro de esta función son las formaciones del inconsciente, en particular el chiste.

“A partir del chiste construí este grafo que, no por no haber mostrado aún a todos sus alcances, resulta en este caso menos fundamental.
Como todos saben y pueden ver, está hecho de la red de tres cadenas, dos de las cuales se encuentran ya marcadas, si no elucidadas, por fórmulas que en algunos casos se han comentado mucho. En particular (sujeto barrado losange D) marca como fundamental la dependencia del sujeto respecto de lo que con el nombre de demanda ha sido fuertemente separado de lo que atañe a la necesidad. La forma significante, los desfiladeros del significante, como me expresé, especifican la demanda, la distinguen y no permiten de ninguna manera reducir su efecto a un simple apetito fisiológico.”

Destaca el piso superior del grafo, donde se encuentran “los desfiladeros del significante” pero también, y fundamental, ahí está la pulsión. Es decir, que los pisos no se dividen en el piso de la pulsión por un lado y el del significante por otro, sino donde localiza la pulsión allí también están los significantes, estos que darán cualidad a la demanda.
Avanza Lacan en el mismo párrafo diciendo:

 “Esto se exige de aquí en más –pero se encuentra esclarecido por este medio- por el solo hecho de que estas necesidades sólo nos interesan en nuestra experiencia en la medida en que su posición equivale a una demanda sexual.”

Sin ponerlo en palabras Lacan, agregamos que para decir que la demanda es sexual es necesario introducir la función del falo, función inscripta en ambos pisos y desde el inicio del grafo del deseo. Representado por cada una de las barras tiene carácter mudo pero nos anoticiamos por sus efectos.

“Si queda algo aquí que, aunque tratado siempre en mi discurso, y particularmente este año, no ha alcanzado aún su plena dimensión –puesto que allí está el objeto, y que a partir de allí avanzo-, es lo que ocurre con esto, S(A barrado). Este es el significante por el cual aparece la profunda incompletud de lo que se produce como lugar del Otro, o, más exactamente, lo que en este lugar traza la vía de cierto tipo de señuelo completamente fundamental. El lugar del Otro evacuado del goce no es tan solo lugar limpio, círculo quemado, lugar abierto al juego de roles, sino algo que en sí mismo está estructurado por la incidencia significante. Esto es precisamente lo que introduce esta falta, esta barra, este hiato, este agujero, que se distingue con el título de objeto a.”

Nos remitimos al libro “La extimidad” de J. A. Miller capítulo: La irrupción de goce, página 163,  para poder desmenuzar este párrafo tan enigmático.

“Si tomamos en serio que la incorporación de la estructura tiene un efecto mortífero, el goce es una función vital y no puede afectar más que a un cuerpo que vive. Salvo que nos planteemos la cuestión límite, como ya recordé, del goce de los muertos. Sabemos que en él reside el principio de muchos mitos de aparecidos que, a falta de una satisfacción, la buscan en detrimento de los vivos absorbiéndoles algo de su goce.”
“Si se tiene esto en el horizonte, debe hacerse del goce una función vital. Solamente un cuerpo vivo goza.”

Daniel ejemplifica el párrafo con los sueños de angustia. Cuando una persona sueña con un familiar querido y muerto que no habla aparece la angustia ya que no se sabe qué quiere, qué viene a pedir. El silencio del muerto es angustiante, el habla, pacifica.
Continuamos con el texto:

“¿Cómo se traduce la incorporación de la estructura sino por un vaciado del goce (nosotros agregamos, evacuación del goce en términos de Lacan), cuyo modelo según el ejemplo de Lacan, nos lo da la sepultura? ¿Qué encontramos en las sepulturas? Hallamos el cuerpo muerto rodeado de lo que ha servido para satisfacerlo durante su existencia.”

Sólo sabemos del goce en los cuerpos vivos, si un muerto goza lo desconocemos.
Hernán nos recita una estrofa de una poesía de Roberto Juarroz, de Poesía vertical:

El hombre,
maniquí de la noche,
apuñala vacíos.

Pero un día,
un vacío le devuelve la feroz puñalada.

Y sólo queda entonces,
un puñal en la nada.

Continuando con la localización del goce en el cuerpo Miller se refiere a las zonas erógenas, ó mejor dicho que fueron erogenizadas, esas zonas límites del cuerpo expulsadas de lo particularmente orgánico, caracterizadas por ser lugares de captura de goce, zonas parciales del cuerpo que gozan. Siempre resaltando que se repite para volver a perderse, ya que el goce es pérdida de goce.
El lugar del Otro, tiene dos funciones que lo caracterizan: es el conjunto de significantes y también introduce y a la vez expulsa el goce del cuerpo. Es el cuerpo en tanto muerto, ya que si estuviera vivo, habría goce.
Miller lo hace equivaler al menos Uno, ya que éste representa el conjunto vacío del cuerpo en la medida en que se le sustrajo el goce. El Otro se vuelve menos Uno sólo retroactivamente, ya que hubo sustracción.
Estos rodeos nos sirven para esclarecer la relación entre goce-cuerpo-significante, pensando al Otro como cuerpo significante.
Es claro el vaivén permanente entre lo vivo y lo muerto. El Otro del significante lleva en sí lo que a su vez no es significante. Expulsa lo que no es significante y le retorna como objeto a, esta es “la limpieza impura de goce”.
Esto lo observamos en un cuerpo bípedo, que para que se conforme como tal, debe haber habido una “inyección de significantes” en el inicio que lo sostengan, especie de muletas que logren la ruptura con la gravedad. Significantes, que vienen de Otro. Este, presentifica otro cuerpo, que con sus objetos pulsionales lo sostiene, le da vida.
Otro evacuado de goce, limpio de goce, puro, no existe. Miller da como ejemplo la tumba, donde hay un cuerpo muerto aunque con elementos de goce como collares, anillos, vasijas, etc.

Volviendo al seminario, Lacan se pregunta: si el significante representa siempre al sujeto para otro significante, ¿hay el Otro de los significantes, es decir un S2 último, Otro del Otro?  

No hay comentarios: