ACTA DEL 15 DE JUNIO DE 2013

Leemos el acta de la reunión anterior.
Surge el debate sobre el tema del neurótico como complemento y el perverso como suplemento. Qué implica esto? Podemos pensar la neurosis del lado del narcisismo y el perverso del lado de lo anaclítico, porque lo que pone en juego el perverso es un objeto. El perverso es instrumento del goce del Otro.
Esta es la diferencia en cómo aparece la perversión en “Pulsiones y sus destinos”, en donde el voyerista complementa al exhibicionista (versión neurótica). El neurótico lo supone. En cambio la versión perversa no implica que el sádico complemente al masoquista.
En el Seminario 21 Lacan dice “el masoquismo es puro camelo”, en el sentido en que es una respuesta más, como tantas otras,  al “no hay relación sexual”.
El intento del masoquista es ubicar que en el Otro hay goce. “Sostenedor de la fe” señala Lacan. Pero también el neurótico, no? Sin embargo el neurótico no se ofrece como instrumento del goce del Otro: intenta prestarse a eso pero luego no puede, tiene culpa. El perverso en cambio se aviene sin conflicto. No está dividido. Está en lugar de objeto. En el neurótico es un goce que lo divide.
También podría pensarse en la psicosis, donde el sujeto aparece objetalizado en una religión, en un puro acto. Va y hace. El psicótico queda tomado en un discurso perverso, y es un simple actuador, un cruzado que en nombre de dios hace todo eso.
Los cruzados tienen que ver con la perversión. Moisés también.

Respecto del texto de Ritvo, sobre la sublimación, retomamos la frase “del automatismo de repetición al automatismo de invención”. Es un oxímoron. Si es automatismo hay invención? Si es automático es nuevo? En el movimiento creacionista es necesario destruir para poder crear. Esto está muy claro en “Kant con Sade”. Lo plantea aquí por el lado de la crueldad. Ese plus es gozar de lo que se destruye.
“Son los lazos de la obra y de la pulsión de muerte, mediados por la decisión de un sujeto que desaparece en su obrar, los específicos del acto sublimatorio, situado en una encrucijada, bilocado y bitemporalizado, a la vez antes de la obra y luego de ella, a la vez dentro y fuera” (Ritvo).
Esto marca la división misma en la sublimación, porque si hablábamos de continuidad, y no de salto, esto no podría pensarse. Es decir el sujeto dividido en el tiempo y en el lugar, antes de la obra y luego de ella, a la vez dentro y afuera.
En la sublimación como destino aparece algo nuevo. El oxímoron del automatismo de invención indica que es lo mismo y no es lo mismo.
Todo esto podría sintetizarse en el concepto de Rasgo Unario: borde real de lo simbólico. Un rasgo que se repite y difiere.
Es el llamado del Otro, sino no hay creación. El sujeto se ve tocado. Es la “zarza  ardiente” que llama a Moisés. El llamado tiene un punto real. Y hay una respuesta, un consentimiento del sujeto.

Hacemos un SALTO: retomamos el seminario 16.
¿Porqué en el final del capítulo 18, en la página 267, ubica Lacan s(A/) [significado del Otro] pero tachado?


Vamos a Pág.265:

“A nivel de este objeto a puede concebirse esta división articulable del sujeto en un sujeto que se equivoca porque está en lo cierto –es el  obispo Berkeley-, y otro
sujeto que, poniendo en duda que el pensamiento valga algo, prueba en realidad que el pensamiento es en sí censura. Lo importante es situar que la mirada es subjetiva porque no ve. De ahí que pueda pensarse que el pensamiento mismo sólo se funda en el hecho de que es censura. Así se articula metafóricamente el pensamiento mismo como lo que constituye una mancha en el discurso lógico”(Lacan)
Esto nos recuerda que Freud dice que en el origen el pensamiento es Inconciente. Respecto de la lógica es una mancha.
Cita Pág.266: “Después de esta muy larga articulación, quiero decir algo más hoy. Por lo menos podría empezarlo.
Habíamos quedado en la perversión, que se establece como otro modo de inscribir este afuera que no es para nosotros un espacio abierto al infinito donde ponemos lo que sea bajo el nombre de real. En este afuera tratamos con el Otro y él tiene como tal su estatuto”.
Es decir, Lacan señala que los que dicen que lo real está afuera están mal. Lo está cuestionando todo el tiempo. Este afuera no es el afuera. Sino la relación del Sujeto al Otro.
“No es por cierto únicamente con el esfuerzo de los psicoanalistas como se puede explorar hoy este estatuto con una interrogación solamente lógica y articularlo como marcado por una falla. En el grafo que conocen, el signo S(A/), que representa la respuesta que da el Otro al término de lo que se plantea en el nivel de la enunciación deseante, es exactamente la falla que representa el deseo.
Por algo los términos se manifiestan aquí por letritas, por un álgebra. El álgebra se caracteriza por poder tener diversas interpretaciones. S(A/) puede querer decir todo tipo de cosas, hasta incluso la función de la muerte del padre” (Tótem y Tabú). O sea que participa del equívoco significante.
“Pero, en un nivel radical, el de la logificación de nuestra experiencia, S(A/) es exactamente, si esta se encuentra en algún lugar y es plenamente articulable, lo que se llama la estructura”.
“Si pese a mis reservas, como saben, sobre estos encasillamientos filosóficos, se califica a mi discurso de estructuralista, es porque muestra la relación que hay entre lo que permite edificar una lógica rigurosa y lo que, por otra parte, se nos presenta en el inconsciente como ciertas fallas irreductibles de articulación de donde proviene el esfuerzo mismo que da testimonio del deseo de saber”.
Entonces las fallas irreductibles se escriben S(A/). Es la estructura en términos de lo que viene diciendo.
“Como señalé, llamo perversión a la restauración, de algún modo primera, a la restitución del a al campo del A. Y esto es posible porque el a es un efecto de la captura de algo primitivo, primordial. ¿Porqué no admitirlo, siempre que no se lo convierta en un sujeto? En la medida en que este ser animal que considerábamos hace poco a nivel de su bolsa de piel está atrapado en el lenguaje, algo en él se determina como a, este a devuelto al Otro, si se puede decir. Por eso, cuando les presenté el otro día al perverso lo comparé irónicamente con el hombre de fe, incluso con el cruzado. Él le da a Dios su verdadera plenitud”.



“La perversión es la estructura del sujeto para quien la referencia a la castración, a saber, que la mujer se distinga por no tener el falo, está tapada, enmascarada, colmada por la misteriosa operación del objeto a. Se trata de una forma de remediar este hiato radical en el orden del significante que representa la
castración. La base y el principio de la estructura perversa consiste en repararlo dotando a este Otro de algo que reemplace la falta fálica, por cuanto es asexuado. Si me permiten terminar con juegos de palabras humorísticos, retomaré una fórmula que ya una vez destaqué para ustedes. ¿El Otro del perverso no es acaso lo que había designado con el término hommelle?”. Hombre y ella ambos juntos, cuando dice asexuado. Porque dijimos que la sexuación tiene que ver con la presencia del falto. Falo/castración es la lógica del deseo. Asexuado es la pareja combinada de Melanie Klein, él y ella, los padres en el coito. Sin saber quién es quién.
Pág.267: “Esta es una referencia cuyo realce, que parece –pero sólo parece- pintoresco, les ofrecerá algunos servicios para orientarse en la localización de cierto afuera respecto del juego del inconsciente”.
“Como de costumbre, no pude avanzar hoy tanto como quería. Antes de dejarlos, me gustaría aún abrirles el camino que va de la perversión a la fobia, donde veo el intermediario que les permitirá finalmente situar de manera auténtica al neurótico, y en su nivel, el adentro y el afuera”.
“¿Por qué no escribir este hommelle modificando nuestro S(A/), en el sentido de que es de un A sin falla de donde obtenemos el significante S? El S(A) da la clave de la perversión. ¿No es inversamente a nivel del significado de la falla donde la división del A se encuentra  en el neurótico? Es decir s(A/), el significado del Otro barrado”.
Es decir, modifica la escritura de S(A/) por S(A), significante de Otro no fallado para ubicar la perversión. Y modifica s(A) por s(A/), significado del Otro barrado, para la neurosis. Está probando. Está jugando.
“Esto tiene un gran interés de ordenamiento topológico, y es también mostrar que el texto del síntoma neurótico se articula a nivel del enunciado. Así se explica que sea entre el campo del yo, tal como se ordena especularmente, y el del deseo, en la medida en que se articula en relación con el campo dominado por el objeto a, donde se juega la suerte de la neurosis”.
Entonces campo del yo: narcisismo. Campo del deseo: dominado por el objeto a (neurosis).
“Plantear que el significado del A barrado, marcado por su insuficiencia lógica, se significa plenamente en el neurótico nos aclara lo inaugural de su experiencia”.
Pág. 268: “Para terminar con otro de esos juegos de palabras que les anuncié y cuyo hallazgo permite el estado de la lengua, ¿qué tendría de sorprendente divertirnos transformando, en el piso inferior, la palabra hommelle en famil? ¿Este famil no  parece mostrarnos verdaderamente acaso, como un destello, en qué consiste la función metafórica de la familia misma?”
“Si para el perverso es preciso que haya una mujer no castrada, o más exactamente, si la hace homme-elle [travesti], ¿no es notable el famil (mujer) en el horizonte del campo de la neurosis –eso que en alguna parte es un él [il] pero donde el yo es verdaderamente lo que está en juego en el drama familiar?”


Entonces hommelle es perversión. Famil es neurosis.


“Se trata del objeto a liberado. Él plantea todos los problemas de la identificación. Con él se debe terminar a nivel de la neurosis para que se revele la estructura de lo que se intenta resolver, a saber, el significante de A barrado, la estructura a secas”.

Entonces, famil es el Edipo. Pero la perversión no está fuera del Edipo. Si el perverso se ubica como objeto ¿cuál es la diferencia con el psicótico? ¿En el psicótico no interviene la metáfora paterna? La cuestión es ver si en el psicótico está en juego la metáfora paterna. Lacan en “Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible…” dice que el psicótico no está fuera del Edipo. El rechazo es un modo de relación al Otro. Está en relación al Edipo bajo el modo de la forclusión. No rechaza peras. Rechaza la castración, el significante de la ley. El psicótico no es un niño feral como el salvaje de Aveyron, que no ha tenido contacto con el lenguaje. En uno es forclusión, y en otro es represión, en ambos, de la castración. No hay 3 estructuras. Hay una relación a la castración. En ambas, neurosis y perversión, hay inscripción.

Lo que se habló con Carlos Basch es que ese s(A/), significado del A barrado, es que en el grafo, cuando el sujeto busca el significado del A en relación a la pregunta ¿qué me quiere el A?, donde pone el sentido del síntoma (en s(A), al tacharlo acá, lo que es un movimiento de ida y vuelta, baja la A/ del piso de arriba hacia abajo. El problema es que ahí el síntoma no estaría como respuesta que obtura. Puede entonces pensarse que el síntoma también es apertura, un punto de béance.

La significación del fantasma está en relación a la castración, por eso está bien dicho “significante del A barrado” y que esté en el 2do piso.  s(A) ahora lo tachó. Entonces se rompe el circuito de la demanda. Uno de sus pilares es que el A no esté barrado.

Lo que se habló con C.Basch es que esta bajada de la tachadura se llamaría transferencia. Es decir que el análisis ponga en cuestión algún tipo de respuesta sin tachar. Si dejo S(A/) es que encuentro alguna respuesta posible a la demanda en el primer piso.
El receptor recibe del emisor su propio mensaje invertido, pero resulta ser que está en transferencia, y el analista cuestionó alguna respuesta de s(A). Entonces lo que hace es bajar el A de arriba hacia abajo y quedó tachado.
Surge debate acerca de si en estos términos no podría ser autoayuda, ya que “nadie puede, nadie lo tiene” es dar sentido.  Y que la s minúscula en ese lugar sigue diciendo que lo que está en juego es un significado, que no es lo mismo que significante. Sin embargo es al revés, se le rompe el mensaje al sujeto. Agamben señala que un significado es un significante en el lugar del significado. Pero entonces ¿cómo se justifica s(A) abajo y S(A/) arriba?  Podemos pensar que la transferencia es lo que hace que el síntoma sea cuestionable, pone en juego al síntoma. Para poder desarticular el síntoma hay que sacarle significado, hacer del significado un significante. Entonces s(A/) podría pensarse como un significante. Habría que ver qué dice Lacan más adelante.
También sería pasar de la letra con sentido coagulado, a ser un significante. De hecho no son fórmulas, son matemas, se encuentran más cerca del poema. Es poemático, no matemático, dice Ritvo




Retomamos el seminario 16, finalizando la clase 16, en Pág.236:
“Sólo que el goce, exactamente como en el caso del Voyeur, escapa. Su lugar está enmascarado por esta sorprendente dominación del objeto a, pero el goce no está en ninguna parte. Claramente el sádico no es más que el instrumento del
suplemento dado al Otro, pero que en este caso el Otro no quiere. No quiere pero obedece de todos modos”.
Más abajo, en la misma página, plantea el problema de la identificación:
“Si el neurótico se encuentra confrontado con los problemas narcisistas, es sólo en la medida en que él pretende ser el Uno en el campo del Otro. La idealización desempeña aquí un papel lógico primordial”.
Esto por un lado suena a perversión, y por eso se nos plantea la duda. Pero parece que la perversión está más en relación al instrumento del suplemento, en relación al Uno y al a. Pero Lacan señala aquí la idealización. El neurótico idealiza, el perverso defenestra.
Pero por otro lado “ser el Uno en el campo del Otro” está en relación al amor, es ser uno elemento del A, es formar parte del A. Es lógica de conjuntos. No estar excluido, estar dentro del A. Es la queja del neurótico.
“Pero sólo con esta observación, les sugiero al mismo tiempo que interroguen qué ocurre con el narcisismo primario.  En Pág.237: ¿No es una imaginación? ¿No sufrimos nosotros por eso, con Freud, un efecto retroactivo figurado, incluso inexplicablemente falseado? ¿Acaso no le agregamos un poquito, justo lo necesario para caer en la trampa del neurótico?”
“La próxima vez intentaré mostrarles que es a nivel del narcisismo secundario, en su forma caracterizada como captura imaginaria, donde se presenta para el neurótico, de una manera completamente distinta de lo que ocurre en el perverso, el problema del objeto a”.
“Creemos poder pensar que hubo en alguna parte para el neurótico una relación, no de suplemento, sino de complemento con el Uno, y con eso investimos la pulsión oral. Sin embargo, y de manera muy notoria, con la sola condición de librarse de la fascinación del neurótico, la pulsión oral también se caracteriza por centrarse en torno de un tercer objeto que se sustrae, tan inasequible en su género como la mirada o la voz”.
“Con la ayuda de juegos de palabras, hacemos de ese famoso seno el regazo materno. Pero tras el seno, y tan adherido como él al muro que separa al niño de la mujer, está la placenta”.
“Nos recuerda que, lejos de que el niño forme un solo cuerpo con el  cuerpo de la madre (está cuestionando la idea del Uno), ni siquiera está encerrado en sus envoltorios, no es en absoluto un huevo normal, está quebrado, roto por ese elemento añadido a este envoltorio. Además ahora sabemos que debido a este elemento pueden jugarse todos los conflictos sobre la mezcla de sangres y la incompatibilidad de tal grupo con tal otro, que reemplazan a las discusiones bizantinas al respecto”.
“También parece que en el nivel de la pulsión es ineliminable la función de un tercer objeto que llamé placa (placenta) –incluso colgante, porque volveremos a ver sus formas eminentes en todo lo que edifica la cultura, en la cosa colgada del muro y que engaña”. (¿se trata del cuadro?)


“¿No es en efecto lo que aparece en la experiencia del neurótico? ¿Colmarla con el mito de una unidad primitiva, un paraíso perdido, aparentemente liquidado por el trauma del nacimiento, no es caer en lo que está justamente en juego en lo que ocupa al neurótico? En efecto, se trata para él de la imposibilidad de hacer encajar el objeto a en el plano imaginario, en conjunción con la imagen narcisista”.

Lo importante aquí es que nos fijemos dónde está puesto el acento: en el plano imaginario. En cambio en la perversión, ¿dónde está puesto el acento cuando dice: “restituirle el objeto al Otro”? Aquí se plantea una duda, no se entiende.
Podríamos pensar que el complemento en la neurosis es imaginario. Habría que ver qué registro tendría el suplemento. ¿Se trata de fetiche? No está claro.

Pág.238: “Ninguna representación soporta la presencia de lo que se llama el representante de la representación. Sólo se ve aquí la distancia marcada por este término. No hay ninguna equivalencia de uno con el otro, del representante con la representación”.
Por esto Lacan dice en algún otro lugar, “representante de la falta de representación, respecto del significante”.
“Por eso puedo indicar que todo esto se reordenará en la tercera línea del grafo, la que cruza las otras dos. Hablando con propiedad, es lo que de una concatenación simbólica se remite a lo imaginario, donde ella encuentra su lastre”.

¿Qué es su “lastre”? ¿el resorte imaginario en la relación simbólica? ¿su pie a tierra? Parece estar encomiando a lo imaginario. En el seminario 6 lo imaginario es prestar el pedazo del cuerpo al falo, que venga a representar al falo.
Lastre  puede ser esto: un anclaje. Es lo que evita que la cadena metonímica sea infinita. Puntos de capitón.
Continuamos con la cita: “En esta línea, en el grafo completo, encuentran el yo, el deseo, el fantasma, y finalmente la imagen especular, antes que llegue aquí, abajo a la izquierda, su remate, que sólo se comprende por un efecto retroactivo. En este lugar, se inscribe la ilusión retroactiva de un narcisismo primario”.
Es la misma idea desde el principio de Lacan, que no existe el narcisismo primario. El narcisismo es secundario.
“En torno de esto deberemos volver a centrar el problema del neurótico. También se trata de la manifestación del hecho de que el sujeto como neurótico está precisamente destinado al fracaso de la sublimación”.
“Así pues, si nuestra fórmula ($<>a), S barrado, rombo, a minúscula, como fórmula del fantasma, debe ser utilizada como argumento en el plano de la sublimación, no puede serlo antes de plantear una crítica a toda una serie de implicaciones laterales sacadas de allí de manera injustificada, debido a que la experiencia de las incidencias del significante en el sujeto se realizó con los neuróticos.
Lo cierto es que esta experiencia no habría podido tener lugar de otra manera”.

Entonces este salto que plantea Ritvo, del automatismo de repetición al automatismo de invención, es que la invención sería salir del síntoma. La sublimación supone entonces, si tiene que ver con el acto, trascender al fantasma. Es un acto que no se coagula en un objeto. Seguramente porque el fantasma es una promesa de goce. También hay algo de la inercia de lo idéntico en el fantasma, y sostener un A completo. Inventar algo sería un modo de trascender al A, ir más allá, arriesgarse y producir algo.
- Y de ponerle un nombre. Lombardi dijo que el neurótico es un “sin nombre”  (frase de “Subversión del Sujeto…”) porque el acto (horror del neurótico) siempre es acto que implica la puesta en juego del nombre propio. No es cualquier acción. También puede pensarse que es a  través del acto que aparece el nombre propio, sino habría nombre
propio antes del acto. Parece que hay un nombre que se adquiere en el acto. Que sea “sin nombre” es que el neurótico está lejos del acto.
También está la cuestión de la responsabilidad. Poner el nombre es asumir. Ejemplos de dimensiones del acto: poner la firma, la paternidad, el casamiento. No son actos  el acto del nacimiento y el acto de defunción, ya que son otros los que firman.

Claris Misrahi



No hay comentarios: